Mario Alberto Monroy, actor egresado de la primera generación de Casazul y figura en series como La Jefa y El Gallo de Oro, no solo domina los escenarios y las pantallas, sino que también desafía convenciones con su humor ácido en monólogos antinavideños y proyectos de improvisación.
En esta entrevista, habla de sus retos al interpretar personajes complejos y su filosofía creativa. Con una carrera que abarca más de 40 obras de teatro y colaboraciones en plataformas como Netflix y Max, Monroy revela cómo enfrenta la hoja en blanco, sueña con personajes al estilo Bill Murray y confiesa que, para él, la improvisación es “una filosofía de vida”.
En La Jefa, tu personaje, Marco Solórzano, enfrenta tentaciones y amenazas hacia quienes ama. ¿Hubo algún momento ético o emocional que te haya hecho replantearte algo como actor?
Sí, Marco está rodeado de tentaciones. Lo interesante fue que, más allá de un dilema moral, surgiera la posibilidad de una amenaza hacia las personas que él ama. Invariablemente te hace pensar: ¿qué harías tú?
Marco es la mano derecha de Eduardo (Iván Arana) en la FGR. ¿Cómo construyeron esa dinámica de lealtad en un entorno tan complejo?
Por fortuna, hubo una gran química entre Iván y yo. Prácticamente, la relación se construyó solita.
En El Gallo de Oro, Sebastián Arriaga es un hacendado poderoso en el México de los 50. ¿Cómo te preparaste para un personaje tan cargado de ambición y contexto histórico?
Decidí partir del gozo y la euforia que proporciona la ludopatía. Sebastián se creó para la serie, pero el México de los 50 obedecía a otro ritmo. Sus tempos y objetivos fueron clave para navegarlo.

El enfrentamiento entre Sebastián y Lorenzo Benavides (Plutarco Haza) es intenso. ¿Cómo trabajaron esa tensión?
Plutarco es un gran actor y demasiado generoso en set. [El director] Chava Cartas siempre hace un trabajo de mesa previo a filmar. Con eso y un gran texto, solo tienes que estar y hacerlo.
Con más de 40 obras de teatro, ¿cuál consideras un parteaguas en tu carrera?
Definitivamente, la trilogía Solo quiero hacerte feliz con Pablo Perroni y Mariana Garza me colocó en una vitrina a la que no había tenido acceso.

La improvisación es clave en tu trabajo. ¿Cómo influye en proyectos como El informal o tus monólogos? La impro es una filosofía de vida para mí.
En monólogos como Dios de porcelana fría, mezclas crítica social y humor. ¿Qué te inspira a abordar la Navidad desde esta perspectiva?
Los antinavideños son una tradición que trajo Boris Schoeman al Teatro La Capilla. La tragedia vista de lejos es poderosamente hilarante, y diciembre no está exento de eso.

En tu Instagram aclaras que no tienes Only Fans. ¿A qué se debe?
Hubo un tiempo en que varias compañeras ponían esa leyenda porque les creaban perfiles falsos. Tal vez solo es un mal chiste.
Tras trabajar en Netflix, Max y Amazon Prime, ¿notas diferencias entre el streaming y la TV tradicional?
Claro. Son universos con necesidades distintas. Pero deliciosos para colaborar.
En Abrazar al panda exploras soledad y humor. ¿Qué te motiva a indagar en estos temas?
Abrazar al panda fue escrita para Memo Villegas como parte de su proyecto del INBA. La ficción es subjetiva.
¿Hay algún personaje que sueñes interpretar?
Sueño con crear personajes dignos de Bill Murray. Me encantan los outsiders.

¿Planes de llevar tus monólogos a otros formatos o dirigir?
Estamos justo creando ficción para televisión en estos momentos.
¿Qué te gusta más de escribir?
Que me ayuda a entender cómo percibo el mundo.

¿Cómo enfrentas la hoja en blanco? No me enfrento. Le huyo y me aterra.
Si resumieras tu filosofía como actor y escritor en una frase…
Recurro a Óscar Wilde: “Si quieres contarle tu verdad al mundo, hazles reír o te matarán”.
Sigue a Mario Alberto en Instagram: @untalmario