El Grosor del Polvo está compitiendo en el Festival Internacional del Cine de Valladolid
Protagonizas El Grosor del Polvo y nos gustaría que nos platicarás sobre esta película.
El Grosor del Polvo es la ópera prima de Jonathan Hernández. Es una película que habla acerca de Alma, quien es una madre como miles en este país que por desgracia su hija desaparece.
A diferencia de otras obras que tratan las desapariciones, El Grosor del Polvo habla más sobre qué pasa en el aspecto económico, emocional y físico de las familias, es decir, una vez que se concluye la búsqueda ¿qué pasa con los que se quedan? Es una película que trata sobre los huecos que deja la persona que desapareció en el día a día.
Eso que mencionas de no sólo ser un golpe emocional, psicológico, de seguridad y pérdida de paz terrible, sino también ¿qué sucede con el trabajo? ¿Con el dinero? ¿Con la vida cotidiana?
Antes había un fideicomiso de desaparición que defendieron las mamás de las niñas desaparecidas. Ellas hacían mucho uso de ello porque, por ejemplo, supongamos que alguien desapreció en Veracruz; pero le dicen que hay una pista en Tijuana, como si hubieran contrabandeado a la chica. Ella ya pasó a otro estado y las madres que deciden buscar a estas chicas necesitan dinero. Mucha gente no tiene recursos para hacerlo; entonces, había un fideicomiso para que las madres llegaran hacia el punto donde creían que podían encontrar a su hija.
Son mamás que en este momento se han vuelto inclusive expertas en encontrar fosas en lugares que ni tú ni yo nos imaginamos. A veces entran a buscar fosas en lugares del narco y después son amenazadas de muerte. Así que, no es nada más la pérdida y búsqueda de la niña, también ellas enferman, pierden el trabajo. Es una ola de muchas cosas. De todos los estragos que causan en una familia cuando pierdes una hija o a un ser querido.
El Grosor del Polvo nos cuenta lo qué pasa cuando la hija ya no está en la casa y tenías una rutina con ella, cuando hacían cosas y tenían una vida juntas como en el caso de Alma y su hija
Me acerqué a colectivos de madres de desaparecidos; algunas si hablan, otras no te quieren decir nada, unas fueron muy generosas y sí me contaron, cosa que a mí me daba mucha vergüenza, porque es un tema delicado. Especialmente cuando preguntas temas personales en el aspecto de si volvieron a tener novio o qué ha pasado con su vida. Hay a quienes les dio cáncer y otras que dicen que les gustaría estar muertas de no ser porque necesitan encontrar al menos un hueso donde llorar, y sienten que para ellas sus hijas no están muertas hasta que no encuentren sus restos.
Todo esto se retrata en la película. Vemos a Alma que ha perdido a su hija y cómo lleva ese hueco. Por eso se llama El Grosor del Polvo, porque el polvo está en el cuarto de la niña, en los lugares que dejó la chica.
Y esta cuestión del duelo de no querer tocar ni mover nada.
No quiero mover nada porque ahí está ella, porque si muevo sería soltarla. También porque ahí queda su aroma. Es algo terrible, brutal y en una hora y media no se puede contar el horror de lo que viven las madres.
Por todo lo que nos cuentas se ve que es una película muy cruda, muy fuerte; pero igual es muy digna de dedicarle un tiempo.
Sería genial que la gente la viera y que no olvidemos que estas desapariciones no son de ahora de este sexenio, sino de años anteriores. Empezaron desde las muertes de Juárez hasta el día de hoy y no se detienen. Creo que todos te prometen cosas, pero la barbarie y lo que sucede en el país no para. Sigue igual, y lo peor es que ya lo normalizamos.
Regresando un poquito a El Grosor del Polvo, ¿cómo fue que te sumaste a esta historia?
En la pandemia me hablo el director, me dijo que tenía un guion que quería que leyera. Fue muy honesto conmigo, me comentó que lo discutió con otras dos actrices más aparte de mí y quería que le dijera lo que opinaba. Después me dijo “eres tú”, nos aventamos a filmar y éramos 14 personas nada más; pero en ese momento no había vacunas todavía, ni pruebas COVID.
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Tenía mucho miedo de enfermarme, porque también podía contagiar a toda la familia; pero Jonathan me dijo “Giovanna, voy a hacer la película, porque la voy a hacer ahora. Es ahora”. Y si hay algo que a mí me gusta en la vida es hacer cine y más de este tipo de temas o con una historia tan rica, así que me subí en este barco.
¿Cómo fue trabajar con Jonathan Hernández?
Yo trabajé mucho con él como asistente de dirección, y esta era la primera vez que lo veía como director. La verdad es que es brutal, sabe lo que estaba haciendo a la perfección. Jonathan no dudó en nada. Tenía la película super clara en su cabeza.
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Traía además uno de los mejores fotógrafos del país que es César Gutiérrez, quien hizo Sueño en otro idioma y también Asesino del Olvido conmigo. Es una bestia de fotógrafo, entonces la película, estéticamente, es una belleza. Los dos hicieron una pareja espectacular.
No sentías que fuera una película de un presupuesto mínimo que no tiene un centavo, porque todo mundo donó su salario para la filmación.
Conociendo más de Giovanna
¿Recuerdas lo que hiciste con tu primer sueldo?
Lo guardé. Mi primer sueldo fue de Escrito en el cuerpo de la noche, y en ese entonces vivía en una azotea. Llevaba mucho tiempo rentando ahí y me daba miedo enfermarme, entonces guardé todo el dinero que me pagaron esa vez (que fueron 30 mil pesos) por si me llegaba a enfermar. Nunca lo utilicé.
Tenía un trabajo de oficina, y con ese sueldo trataba de salir adelante. Ganaba cuatro mil pesos mensuales, así que me las arreglaba para pagar el cuarto y lo que me sobrara para comer. Así que lo guardé, no me fuera a enfermar.
¿Tú mayor satisfacción como actriz?
Vivir de lo que amo hacer. Vivir de mi trabajo creo que es un logro enorme.
¿Tu caricatura o programa favorito de la infancia?
Candy Candy.
¿Qué metas tienes pendientes como actriz y como mujer?
Como actriz creo que me falta hacer muchas películas. Siento que para las actrices de mi edad, entrando a los cuarenta, se van disminuyendo; aunque también llegan los personajes que son más ricos, porque tienen más bagaje.
Todavía quiero dirigir más, en especial dirigir y actuar, pero me gustaría que el hacerlo no fuera sólo para comer. Quiero que sea más porque me interese ese proyecto que por la necesidad de pagar las cuentas; y es que muchas veces los actores no podemos rechazar los trabajos.
¿Qué le dirías a esa Giovanna del cuarto de la azotea en Hermosillo?
“Gio, felicidades, ya pasaste el 95 %, pero chíngale porque todavía te falta. Aún hay muchas cosas por hacer”.
¿Cuál sería tu frase de vida?
Sólo por hoy.