Para crear hay que creer, y hay que creer de manera tan intensa como si se acabara la vida en ese instante”
¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
Por fortuna siempre traigo algún proyecto entre manos, todo el tiempo ando en algo. Estoy trabajando en mosaicos bizantinos. Me di a la tarea de investigar la técnica y sus orígenes para entender cómo reaccionan las piezas y los materiales con el paso del tiempo. En el periodo bizantino, los mosaicos eran muy apreciados y tenían fama de ser obras de arte fastuosas comisionadas por los miembros más destacados de la sociedad. Me parece que las figuras creadas dentro de los mosaicos bizantinos sugieren algo etéreo casi celestial. El resultado es muy hermoso.
También viene trabajo para obras públicas con materiales muy diversos, nuevos, ligeros, sofisticados tecnológicamente y con gran resistencia a la intemperie. Estoy haciendo mucho trabajo público a gran escala. Esto implica una gran inversión en tiempo, recursos humanos y económicos. Siempre busco los materiales y las soluciones ideales. Mi intención final es que la obra permanezca.
Por otro lado, laboro en obras sobre papel que no he mostrado aún. Acabo de recibir papel amate de muy alta calidad, y estoy muy contento con las piezas. Regresé a pintar en oleos sobre tela en formatos muy grandes por la demanda del mercado. También empezaré a hacer piezas bordadas, y estoy ansioso por volver a viajar, especialmente para regresar a Puebla, porque quiero hacer obras de cerámica de talavera, me gustan mucho y lo extraño.
Al mismo tiempo estoy preparando una exhibición itinerante para museos. Vamos a comenzar el 2022 con el primer museo en la Florida. Ya tengo dos museos confirmados y estamos por ver cuántas instituciones más se suman al proyecto.
¿Cómo influyó la pandemia en tu forma de trabajo en tu quehacer como artista, como creador?
La pandemia es un fenómeno que vino a afectar el todo como lo conocíamos. Yo estoy acostumbrado a trabajar solo, es lo que he hecho toda mi vida, vivo literalmente en cuarentena. Como creador hay que estar mucho tiempo consigo mismo.
El Covid, amén de la desgracia humana y de los estragos económicos a los que nos sometió como sociedad, nos afectó porque nos distanció como grupo y nos separó físicamente de los amigos y conocidos. Por naturaleza somos seres sociales.
Fuera de eso para mí fue un periodo extremadamente productivo porque yo seguí con mi trabajo, pero con menos ruido porque como la gente no podía hacer citas para visitar mi estudio, todo pasó a ser online, entonces a través de ese medio se hicieron los pedidos y las consultas, así que no tuve distracciones de visitas en el estudio; pude producir muchísimo el año pasado.
Antes de la pandemia, la gente podía encontrarme en las redes; pero no sé porque no lo hacían. Con la llegada del Covid, las personas empezaron a pasar mayor tiempo en su casa y a observar sus espacios, supongo que por otro lado también tuvieron más tiempo para dedicarlo a estar en las redes sociales así que fue bueno para nosotros porque apareció una clientela nueva.
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¿Qué aprendizaje te dejó todo este tiempo?
Desde una edad temprana he estado presente a mi mortalidad, consciente de lo finito de la vida. La pandemia me recordó que debemos aprender que somos una especie bastante frágil, y en la medida en la que todos tomemos conciencia de esa verdad, seremos más responsables con nuestro presente.
¿Cómo describirías a los compradores de tus obras, a tus coleccionistas?
Esa es una pregunta interesante, cuando he meditado en ella, he llegado a la conclusión de que mis compradores son muy variados, es un grupo ecléctico: hay gente conservadora, gente muy de vanguardia y también hay gente folclórica o exótica, por decirlo de alguna manera, son personas de extractos culturales y sociales diversos.
Hay diferencias entre el coleccionista que está educado y adquiere arte para su colección, el comprador que está haciendo plata y siente la necesidad de comprar arte y la persona que está empezando y no tiene tantos recursos económicos, pero que quiere poseer una obra. Entre ellos hay mundos completamente diferentes; sin embargo, tienen en común que en todos ellos hay una pasión por vivir y están en la búsqueda de “algo más”.
"Un porcentaje alto de mis coleccionistas sienten la necesidad de comerse la vida a toda velocidad, de vivir intensamente, y encuentran un paralelismo en mi trabajo."
¿Qué sientes o qué pasa por tu mente cuando ves tus pinturas, tus obras ya instaladas en las casas?
Mi estudio está lleno de obras por todas partes, trabajo el día entero así que aquí siempre hay muchas piezas. Las que me quedo yo, las que son de algún cliente y están en tránsito, las que van en camino para un museo o una galería.
Cuando veo una de mis obras después de un tiempo es como ese recuerdo intenso con mi pareja, con alguien a quien se quiere mucho y por lo general, me sorprende y me hace cuestionarme: ¿Esto en qué momento pasó?, ¿cómo lo hice?, ¿cómo llegué aquí, a esta solución? La verdad es una emoción tremenda, enorme, observo la obra fuera de mi contexto, sin todo el ruido de las demás piezas que están en el estudio y entonces la miro en su nuevo espacio y con los contenidos que éste le agrega.
Cuando la veo en la casa de un coleccionista, adquiere una cantidad de significados nuevos que definitivamente se le añadieron en el tiempo, y eso la enriqueció, pero a mí también me aporta: vuelvo a aprender de mí y de mi obra, vuelvo a recordar quién era yo cuando trabajaba en ella.
Me da mucho gusto llegar a las casas y encontrar una pieza mía. He llegado a casas donde yo no sabía que tenían algo mío, y muchas veces las personas no saben que yo soy el artista. Es un sentimiento muy agradable, muy sabroso; pero al mismo tiempo, es una experiencia que me pone a nivel de piso.
¿Cómo lidias con la fama? ¿Cómo percibes el éxito?
Esto lo entendí en un momento temprano de mi carrera, me sucedió en México. Tuve la fortuna de conocer a varios maestros mexicanos, grandes artistas que, con su experiencia, amistad y el respeto mutuo que nos teníamos, y al ver algo en mí compartieron conocimientos y experiencias de su recorrido y eso me ayudó a definir en temprano momento qué quería y que no quería para mi carrera.
Una cosa es hacer algo genial, algo hermoso por el placer de crear una gran obra, venderlo y hacer dinero, y otra muy distinta es lo que va a pasar con eso que se creó. A mí me interesa lo que pasará con mi legado cuando yo no esté. Lo siento como un compromiso.
El tema de la trascendencia.
¡Exactamente, la trascendencia, lo que viene después! El legado se basa en asumir una cantidad de responsabilidades que cuestan, como todo en la vida: cuestan tiempo de vida, cuestan dinero, cuestan aprendizaje al dejar el ego de lado, cuestan sacrificio, cuestan de todo.
Pero el mayor valor está cuando nos preguntamos qué estamos haciendo con eso. ¿Qué pasa cuando alguien decide adquirir una de mis obras? Yo siento un profundo compromiso con las personas e instituciones que compran una obra.
Además del valor artístico, ese legado tiene un valor emocional y un valor económico entre otros. He procurado cubrir la mayor cantidad de espacios en el abanico, como la de organizar la parte legal, para preservar esa herencia.
Retomando el tema de la emoción, ¿cómo se reflejan estas emociones en tu trabajo? ¿Se llegan a plasmar esos estados anímicos en tus obras?
Para crear hay que creer, y hay que creer de manera tan intensa como si se acabara la vida en ese instante. Es tan simple como eso; pero al mismo tiempo es bien complejo. Implica que cada vez que estoy creando algo me muestro, me revelo tal cual soy. No hay velos y sencillamente dentro de cada una de mis obras va a estar una parte de mi como un pañuelo lleno de emociones que nada más se le toca, empieza a gotear.
Mi trabajo requiere de muchas capas, la acumulación de capas y de emociones es constante. Por ejemplo, a lo mejor en algún momento quería hacer un cuadro más feliz o alegre; pero me tocó un tiempillo en el que andaba de capa caída y eso se va a notar. La gente lo percibe, y no solo las que son sensibles, sino aquellas que están conectadas consigo mismas.
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