Por Francisco González Quijano

No sé si lograste encontrar en las salas de cine Dolor y gloria, pues estuvo pocos días exhibida. Esta cinta fue elogiada en Cannes, y tenía los ingredientes necesarios para permanecer en cartelera más tiempo. Además, salen Antonio Banderas, Penélope Cruz y Rosalía, suficiente elenco para tener más público que muchas otras. Me diré un afortunado porque pude verla en pantalla grande. Vamos a ella.

Siempre ha sido difícil definir el género de cada película de Pedro Almodóvar. El director español se pasea muy libre entre la comedia y el drama o el absurdo, lo raro y lo cotidiano; eso sí, sin renunciar a sus temas de referencia: la mujer, el amor y sufrimiento de ser madre, la homosexualidad y, por decirlo así, los bajos mundos.

Por otro lado, ya también conocemos sus formas: las referencias a los años ochenta, Hitchcock, Buñuel, los colores, lo pop, el gusto por lo kitsch y lo que en España llaman “hortera”, y cuya mejor traducción al mexicano sería “naco”. Dolor y gloria tiene todo esto; pero aporta algo especial: la mirada de un cineasta que está a punto de cumplir 70 años, al que le duele el cuerpo, la soledad y el pasado, y que parece resignarse a haber perdido sus años de esplendor. Es que la película es casi autobiográfica (o sin el casi) y trata de Salvador Mallo, un director de cine español, famoso y gay, interpretado por Antonio Banderas con el peinado, la barba y los gestos de Almodóvar.

Mallo ha llegado a ese momento de la vida en el que se puede perdonar los antiguos problemas y verlos con cierta ternura, con la misma que Almodóvar se auto homenajea en un tono simpático. Bastaría con mencionar que un galán internacional como Banderas hace de él. Además, en la película vemos actores y actrices de toda su filmografía, planos, escenas, música y hasta líneas repetidas de sus producciones anteriores.

La cinta es muy buena, diría que es casi genial por cómo te hace dudar de si lo que estás viendo es una ficción, una autobiografía, un drama o una comedia. Igual le pasa a Salvador Mallo, que no sabe qué contestar cuando le preguntan el género de la película que, dentro del filme, está preparando. Esa que, sin ser una obviedad, todos sabemos que es la misma que estamos viendo.