La paternidad ha evolucionado significativamente en las últimas décadas, dejando atrás el modelo tradicional del padre proveedor y distante para dar paso a una figura más involucrada, afectiva y corresponsable.

Hoy, ser padre implica no solo garantizar el sustento económico, sino también participar activamente en la crianza, el cuidado emocional y las tareas domésticas. Este cambio, impulsado por transformaciones sociales, culturales e incluso biológicas, redefine lo que significa ser padre en la actualidad.

En Ambiance exploraremos cómo la paternidad contemporánea se aleja del patriarcado, los desafíos que enfrentan los padres modernos y las estrategias para lograr un equilibrio entre la vida laboral y familiar.

  1. Del padre proveedor al padre cuidador: un cambio cultural y biológico

Durante siglos, el rol paterno estuvo marcado por la distancia emocional y la autoridad. Sin embargo, investigaciones antropológicas y neurocientíficas demuestran que los hombres están biológicamente preparados para el cuidado.

Estudios revelan que los padres que participan activamente en la crianza experimentan cambios hormonales, como una disminución en los niveles de testosterona y un aumento en la prolactina, lo que facilita el vínculo afectivo con sus hijos.

Estudios antropológicos señalas que, en especies como los bonobos, los machos dedican tiempo al cuidado de sus crías, sugiriendo que la paternidad activa tiene raíces evolutivas. En humanos, tribus ancestrales y sociedades modernas muestran que la división de roles no es rígida, sino adaptable.

  1. Los desafíos de la paternidad moderna

Equilibrio entre trabajo y familia

Uno de los mayores retos para los padres actuales es conciliar la vida laboral con la familiar. En México, por ejemplo, los hombres dedican solo el 4,5 % de su tiempo al trabajo no remunerado (cuidado y tareas domésticas), frente al 22,5 % de las mujeres. Esta desigualdad genera estrés y limita su involucramiento en la crianza.

Presión social y expectativas de género

El modelo tradicional del “hombre fuerte y proveedor” sigue influyendo, generando ansiedad en quienes buscan una paternidad más afectiva. Andrés Lodieu, especialista en desarrollo humano, explica que muchos padres internalizan la creencia de que “si no son buenos proveedores, no valen tanto”, lo que afecta su autoestima y bienestar emocional.

  1. Claves para una paternidad consciente y equilibrada

Corresponsabilidad en el hogar

La paternidad moderna exige una distribución justa de tareas. Lodieu propone tres fases para lograrlo:

  1. Conceptualización (planificar actividades).
  2. Planeación (tomar decisiones).
  3. Ejecución (realizar las tareas).

Muchos padres se involucran solo en la última fase, pero una verdadera corresponsabilidad requiere participación en todas.

  1. b) Tiempo de calidad, no solo cantidad

No se trata de estar presente físicamente, sino emocionalmente. La “paternidad consciente” implica escuchar activamente, validar emociones y fomentar un ambiente de respeto y empatía.

  1. c) Flexibilidad y autocuidado

Los padres deben aprender a priorizar, delegar y aceptar que no pueden ser perfectos en todos los ámbitos. El autocuidado (dormir bien, hacer ejercicio) es esencial para evitar el agotamiento.

  1. El impacto de una paternidad activa

Los beneficios de una paternidad involucrada son múltiples:

  • Fortalecimiento del vínculo emocional: Los hijos criados con padres presentes desarrollan mayor seguridad y empatía.
  • Reducción del estrés familiar: La colaboración en el hogar mejora la dinámica de pareja.
  • Modelo de equidad para futuras generaciones: Los niños aprenden que el cuidado no es exclusivo de las mujeres.

Hacia una nueva paternidad

Ser padre hoy significa romper con estereotipos, abrazar la vulnerabilidad y construir relaciones más significativas con los hijos. Aunque persisten desafíos, como la desigualdad en las tareas domésticas y la presión laboral, cada vez más hombres descubren que la verdadera paternidad no se mide en bienes materiales, sino en presencia, amor y corresponsabilidad.

La paternidad del siglo XXI no es un destino, sino un viaje de aprendizaje constante, donde lo biológico y lo cultural se entrelazan para crear un nuevo modelo: el del padre presente, afectivo y humano.