Ir al cine y apoyar las producciones mexicanas en tiempos de recortes, para demostrar a los encargados de repartir el dinero que necesitamos cultura

Por Francisco González Quijano

La primera escena transcurre dentro de un auto. Un señor que supera los sesenta años conduce al lado de un chico gay que, al parecer, fue contratado para brindar servicios sexuales. Ambos tienen una conversación que provoca mucha tensión. Hay desazón en los dos, algo nos dice que las cosas no van bien. Este es el inicio de Conversaciones, segundo largometraje del joven director Eduardo M. Clorio que está por estrenarse en cines.

La sensación que produce esa primera escena es, quizá, la de muchísimos de nosotros este 2020. Algo no anda bien. Clorio prefiere ser optimista, “el cine mexicano ha logrado ganar grandes batallas desde hace 20 años, porque la comunidad de cine es una comunidad muy necia”, no justifica; pero entiende que la desaparición de FIDECINE puede obedecer a las prioridades de la crisis.

Pese al clima de tensión y preocupación que prima en toda la película, fue rodada en febrero de 2019, cuando todavía se podía pensar en un futuro “normal”. Sin embargo, el director reconoce que la situación provocada por el coronavirus contribuyó favorablemente a su inminente estreno:

“Teníamos planeado proyectarla solo en festivales en este 2020, y para 2021 llevarla a los cines, pero todo eso cambió. Por otro lado, la pandemia hizo que las grandes producciones de cine fueran postergadas a finales de este año o al próximo, y ahí es donde se abrió un hueco para nosotros”.

Conversaciones tiene una estructura narrativa interesante. A la media hora de película, el espectador puede sentirse frente a una versión mexicana del hit argentino Relatos Salvajes; sin embargo, después empiezan a surgir conexiones entre las historias, y de pronto entramos en una rocambolesca historia de una “familia bien” que se descompone.

El filme pasa por diversos géneros, algunos mejor llevados que otros. Suspenso, humor negro, drama, tragedia y hasta acción. “Tiene de Ismael Rodríguez, de Guillermo del Toro, de Tarantino, de Nolan y también cosas de la televisión y de los comics”, dice Clorio cuando le preguntas por sus influencias.

Es un director osado, muy. No cualquiera se avienta a rodar con bajo presupuesto una película de ciencia ficción, como lo hizo en Deseo deseo, una cinta de 2015 que hoy podemos ver en un par de plataformas de streaming. Trata sobre un grupo de primos que encuentra un juego de mesa que les cumple deseos a cambio de favores denigrantes: “es algo así como un Jumanji meets La mano del mono”, bromea sobre su primer largo, del cual se dice que tuvo muy buena aceptación en algunos circuitos de festivales.

También Conversaciones se hizo con un presupuesto bajo; aunque cuenta con la participación de actores conocidos, encabezados por Marco Treviño y Alberto Estrella. Es un reparto muy amplio, compuesto además por gente talentosa y joven como Tato Alexander, Gimena Gómez o Pía Watson.

Clorio es muy bueno para arreglárselas con los presupuestos. “Tengo un video en YouTube sobre cómo hacer una película independiente y no morir en el intento”, nos presume. Sabemos, sin embargo, que el cine mexicano merece más apoyo. El estreno de Conversaciones será en condiciones limitadas por la situación que vivimos, y su éxito dependerá que se presente en salas de toda la república, un reto.

Hoy los cinéfilos tenemos el deber moral de ir a las salas de cine y apoyar las producciones mexicanas, para demostrar a los encargados de repartir el dinero que nosotros necesitamos cultura, y la cultura necesita más presupuesto. Algo no anda bien.